jueves, 2 de septiembre de 2010

De futbol y "maricones".

Por Román Méndez.

Dos semanas han transcurrido desde estos acontecimientos y, uno sigue tan presente como el otro, mi memoria me juega malas pasadas y continúa trayéndolos a mi mente como si hubiera sido ayer, en parte culpo a mi buena memoria, quizá también sea el lazo geográfico que los une: Guadalajara, eh aquí los sucesos:

• Las Chivas de Guadalajara pierden la final de la Copa Santander Libertadores 2010
• El arzobispo de Guadalajara Juan Sandoval Iñiguez declara: “¿A ustedes les gustaría que los adopten maricones o lesbianas?”


El primer punto es sólo para mostrarles cómo funciona mi cerebro, que en gran parte contiene futbol, lo realmente importante aquí son las declaraciones del cardenal Sandoval: “¿A ustedes les gustaría que los adopten maricones o lesbianas?” Preguntó el cardenal con un dejo de reproche moral y tono despectivo en su pregunta. Haciendo evidente su molestia ante esta posibilidad, partiendo de una crítica personal, pasando por alto la parte social, legal o ética del asunto, demeritando a los homosexuales y lesbianas tan solo por el hecho de serlo.

Quizá no sea conveniente que los homosexuales y lesbianas puedan adoptar legalmente a infantes, quizá sí. En todo caso, se debe analizar detenidamente el tema desde todos los puntos de vista posibles y con todas las implicaciones jurídicas y sociales que desencadenaría esta posibilidad.

Para ello, deben participar en este debate colegios de abogados, legisladores, organizaciones protectoras de los derechos de los niños, dependencias de gobierno encargadas del cuidado de los menores, grupos religiosos, psicólogos, educadores, maestros y también un grupo que represente a la comunidad gay; no habría por que dejarlos fuera, en todo caso por ellos es tanto alboroto.

La resolución final debe estar sustentada en estudios y análisis serios, profesionales, científicos, ya que de ellos dependerá la integridad y el futuro de pequeños seres humanos. Pero nunca desde la mente estrecha de líderes religiosos, más aún cuando estos están impedidos moralmente a pronunciarse en un tema tan escabroso, en el que la misma Iglesia Católica ha reconocido la práctica de la pederastia, no sólo entre los mismos curas, sino hasta en los altos niveles de su organización. El señor Cardenal podría muy bien guardar silencio y voltear un poco hacia adentro de su iglesia.

A todo esto me surgen dos preguntas: ¿Qué pensar án los "maricones" católicos? ¿Cuál será el sentir de los maricones católicos y chivas?

Irónicamente todo esto en la tierra en donde se dan los hombres.

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